El Calvo Liberal y La Libertad de Expresión
Tema álgido, sobre todo en estos momentos.La libertad de expresión nunca ha sido puesta tan a prueba en occidente, como desde inicios de la pandemia hasta los días actuales. Precisamente es una de las libertades que más atacan los colectivistas y que más debemos preservar.
Soy liberal o libertario, vamos a recordarlo… Si quieres leer otros artículos del blog, pincha aquí. Te aseguro que no te voy a dejar indiferente.
El reconocimiento y la garantía de la libertad de expresión
Constituyen elementos imprescindibles de toda democracia que aspire a ser justa. Este vínculo fundamental entre democracia y libertad de expresión no es algo reciente, sino que más bien constituye uno de los tempranos frutos del triunfo liberal sobre la sociedad tradicional.
Frente al control de la información y la censura propios del orden tradicional, una de las primeras consecuencias de la instauración de un régimen liberal allí donde se produjo fue el reconocimiento de la libertad de expresión como una de las libertades fundamentales de los individuos y la sociedad en general.
Así ocurrió tras las revoluciones liberales de Inglaterra o Francia, o en EE.UU. Esta vinculación histórica ha marcado profundamente una de las concepciones de la libertad de expresión: la que suele conocerse precisamente como doctrina liberal.
Respeto y Libertad de Expresión
En el liberalismo, nadie, ni gobernantes ni gobernados están autorizados a imponer por la fuerza sus creencias, convicciones, credos o acciones (o ausencia de ellas) en tal sentido contra ninguna otra persona, sea una o muchas.
La sociedad abierta es la sociedad del respeto integral al otro, lo que implica el respeto absoluto a su conciencia, a sus ideas, de sus dichos y de sus acciones, siempre y cuando ninguna de esas ideas, dichos, acciones, manifestaciones, etc. puedan ocasionar un menoscabo a un tercero.
Esto alcanza obviamente también a la libertad religiosa y de conciencia. El respeto liberal incluye no burlarse agresiva, reiterativa, desafiante y provocativamente de las creencias (religiosas o antirreligiosas) que otros abriguen, aunque sean por completo contrarias a las nuestras.
Pero, nuevamente, será el contrato, la ley o la sentencia de un juez (siguiendo todas las instancias que la misma ley establezca) quien fijará si existe o no la “ofensa” que se alega, y se actuará en consecuencia. Es así y de este modo cómo se mueven las sociedades liberales.
En las sociedades autoritarias, por el contrario, impera el pensamiento único, la justicia por mano propia, el atropello, la fuerza y la violencia, la imposición y la cárcel, ya vengan desde la cúpula del poder o desde el llano. Esto es lo que desean los antiliberales.
En suma, en el liberalismo no existe un “derecho a blasfemar o a ofender” como algunos intentan hacer creer a los demás. Mal podría la filosofía de la suma consideración al prójimo (la liberal) alegar semejante barbaridad. Porque el liberalismo es la antítesis del libertinaje y no su símil. La sociedad abierta es la sociedad del orden y de la deferencia estricta al otro.
En todo caso, quien se considere perjudicado por otro, deberá acudir ante los tribunales para hacer valer su derecho y obtener el pertinente reconocimiento judicial al que se siente acreedor. Y si aquel logra sentencia favorable, la misma deberá ser cumplida y respetada por quien hubiere perdido el pleito. Así actúa una genuina sociedad liberal.
Límites de la Libertad de Expresión
Dado que lo que es muy gracioso para uno puede ser terriblemente ofensivo para otro (y viceversa), el límite entre el chiste y el agravio se traza a través del acuerdo voluntario entre las partes implicadas. Y cuando tal arreglo contractual se viola, por cualquiera de ellas o por ambas, es ante la justicia donde se dirime la cuestión en el derecho liberal.
Para ello a tal efecto, en los códigos penales liberales existen las figuras típicas de los delitos de calumnias e injurias, y una rica jurisprudencia prescribe el alcance que estos tipos penales tienen y qué hechos son los que los conforman e incluyen.
En conclusión, nadie es quien para limitar la libertad de expresión de nadie, a menos que incumpla la ley, y que a su vez, dicha ley no limite la libertad de expresión por otros motivos que no sean el agravio y la injuria.
¡ABRO DEBATE!